El Observador quiere en este particular día de San Valentín, el santo de los enamorados, saludar a oficialistas y opositores, amigos y adversarios, a los unos y a los otros; este humilde escribidor de críticas y elogios y otras yerbas piensa y siente que cultivar la buena vecindad, no significa, callarse la boca y poner cara de nada ante los hechos y las conductas que generan los hombres y mujeres de nuestra comarca en la noble función pública que les toca vivir.
Quiere decir, también, que no se va a meter nunca, jamas, en la vida privada -y menos en cuestiones del corazón- de los personajejos que pululan por despachos públicos y alrededores.
Si; verdaderamente queremos mejorar la calidad de las relaciones y las instituciones públicas, debemos tener normas de conductas que acompañen el esfuerzo de los ciudadanos-vecinos en nuestro caso- por una mejor calidad ciudadana y una mejor democracia en la Argentina. Empecemos por el pago chico. Conste en acta.
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