viernes, 2 de marzo de 2012

Juicio Caso Moreno: Detención de ex comisario y más datos sobre las persecuciones a trabajadores




El ex comisario Balquinta estaba al mando de la Comisaría Primera de Olavarría en 1977, cuando ultimaron a Moreno. Asumió que tomó la denuncia de la desaparición del abogado, formulada por colegas de Moreno, y le gestionó a los miembros de la Asociación de Abogados una reunión con coronel Ignacio Aníbal Verdura en la propia seccional, cuando ya se había consumado el asesinato.


Circuito de La Huerta e interrogatorios cruzados

El testimonio central del jueves fue aportado por el doctor Mario Gubitosi, otro abogado laboralista perseguido y señalado en las “listas negras” que las fuerzas militares confeccionaban en acuerdo con las empresas cementeras más importantes de la región.

El profesional recordó que en diciembre del 76, cuando detienen a operarios de Losa, con la excusa de que hacían sabotaje, encabeza gestiones ante Verdura, tras lo cual Balquinta pide dialogar con el y lo detienen.

Las detenciones, en la que además caían presos obreros de cementeras, eran argumentadas por la supuesta ejecución de sabotajes en las plantas, cuando los planteos legales tenían que ver con el cumplimiento de la legislación laboral vigente en aquel entonces.

El otro episodio persecutorio recordado se produjo en marzo del 78, cuando una “patota de la Marina” y lo torturan en el casino de suboficiales. Luego, lo trasladan a Tandil; el predio de La Huerta, y es allí donde “en el interrogatorio” le preguntaban “por Moreno”.

Las persecuciones, lo llevaron a exiliarse, para residir durante los años siguientes en Brasil, Suecia y España (ayudado por la ONU), para volver posteriormente al país tras dos años de recuperación democrática.

Lo cierto es que el relato de Gubitosi, quién ubicó al ex comisario Balquinta como claro ejecutor de las detenciones en conjunto con la fuerza al mando de Verdura, derivaron en la inmediata detención –solicitada por coacción agravada- ordenada por el tribunal marplatense que entiende en la causa.

La silicosis

Otras declaraciones relevantes que se prestaron en el Aula Magna de la Universidad Nacional del Centro, fueron las de Carlos Vinci y Carlos Santiago, quienes describieron las condiciones laborales de aquel entonces y los riesgos de contraer silicosis, lo que Moreno reclamaba a Loma Negra en ámbitos judiciales. Ambos, además, ratificaron el clima de señalamiento y persecución hacia aquellos operarios que planteaban este asunto.

Fuente: La Voz de Tandil
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Ayer se reanudó la audiencia oral y pública por el secuestro seguido de tortura y muerte del abogado Carlos Alberto Moreno, en la que volvió a sorprender decisiones del Tribunal Federal con nuevas detenciones, a partir de imputaciones concretas que se dieron en el marco de los testimonios que desfilaron por el Aula Magna de la Unicén.
Se trató del comisario retirado Alberto Balquinta, responsable de la comisaría de Olavarría por aquellos años, quien había prestado declaración en carácter de testigo pero su testimonio quedó en suspenso a pedido del ministerio público. Ayer, tras nuevas testimoniales que lo incriminaban directamente –de hecho hay causas abiertas en su contra-, quedó detenido, incomunicado, a disposición del juez azuleño José Luis Comparato.
Para arribar a dicha resolución, se tuvo que escuchar el esclarecedor relato del doctor Mario Gubitosi, colega contemporáneo de Moreno, que trabajaban con las mismas causas laborales contra Loma Negra y la “famosa” silicosis. Gubitosi, frente al secuestro sufrido y las señales contundentes de lo que iba a ser su futuro inmediato de persistir con su trabajo se fue del país. Moreno se quedó, tomó la posta de aquellos expedientes y terminó asesinado.
Precisamente el marco de la nueva audiencia se inscribió en la hipótesis acusatoria que busca dilucidar la responsabilidad civil, la connivencia con el régimen militar, el interés económico de las firmas frente a la “amenaza” de reivindicaciones laborales que los obreros a través de sus gremios y respectivos letrados representaban.
De hecho así lo dejaría sentado taxativamente el ex juez laboralista local, Enrique Pizzorno con su testimonio (ver aparte), quien recordó que en aquellos años los abogados laboralistas eran considerados los ideólogos de la subversión.
Testimonio y detención
El doctor Mario Gubitosi, entonces, fue el primero de los testigos en relatar cuando como abogado laboralista fue perseguido y señalado en las “listas negras” que las fuerzas militares confeccionaban en acuerdo con las empresas cementeras más importantes de la región.
El profesional recordó que en diciembre del 76, cuando detienen a operarios de la firma Losa, con la excusa de que hacían sabotaje, encabezó gestiones ante Verdura, tras lo cual el comisario Balquinta pidió dialogar con él, tras lo cual lo detienen.
Según se desprendió de su relato, las detenciones, en la que además quedaban presos obreros de cementeras, eran argumentadas por la supuesta ejecución de sabotajes en las plantas, cuando los planteos legales tenían que ver con el cumplimiento de la legislación laboral vigente en aquel entonces.
Recordó como otro episodio persecutorio ocurrido en marzo del 78, cuando una “patota de la Marina” lo secuestró y torturó en el casino de suboficiales. Luego, vendría el capítulo en Tandil, más precisamente en el predio de La Huerta, donde sería objeto de las vejaciones ya por otros testigos relatadas, con el aditamento que en los interrogatorios que padecían se insistía sobre su colega Moreno.
Recordó también cómo en plena detención en la Unidad Penitenciaria de Azul, Balquinta y compañía obligaron a los trabajadores también detenidos a que lo responsabilizaran de los presuntos sabotajes, hasta que finalmente el secretario gremial se quebró y contó que no era así. Luego se rectificarían todos de sus dichos y el abogado recuperaría su libertad, aunque siempre quedaría señalado y perseguido a cada paso que daba.
El letrado con contundente claridad reseñaría con algunas anécdotas para tratar de ilustrar sobre la connivencia que en esos años se creía que había entre las fuerzas militares y el empresariado.
Hablaría sobre un “famoso” chalecito de la fábrica donde se acostumbraba a tener reuniones sociales entre jefes militares y directivos de la empresa Loma Negra, citando incluso a la recientemente fallecida Amalita de Fortabat.
Desde ese ámbito, de dichas reuniones, un conocido le había anticipado al propio abogado que estaba junto a Moreno en una lista de los que estaban “jodiendo”.
A preguntas del fiscal Adler, el testigo aseguró que a su criterio su secuestro como el de Moreno luego tuvo que ver con el interés civil, el de la empresa Loma Negra. Que la idea fue sembrar el terror, “de hecho después nadie más hizo derecho laboral en Olavarría”, sentenció.
Gubitosi contaría luego que tras las persecuciones, detención y secuestro lo llevaron a renunciar a todas las causas que llevaba adelante respecto a los trabajadores y a exiliarse, para residir durante los años siguientes en Brasil, Suecia y España (ayudado por la ONU), para volver posteriormente al país tras dos años de recuperación democrática.
Detención de otro policía
Lo cierto es que el relato de Gubitosi, quién ubicó al ex comisario Balquinta como claro ejecutor de las detenciones en conjunto con la fuerza al mando de Verdura, derivaron en la inmediata detención –solicitada por coacción agravada- ordenada por el Tribunal marplatense que entiende en la causa.
Cabe consignar que la continuidad del comparendo de Balquinta estaba previsto antes que el del letrado, pero a pedido del fiscal quedó relegado. Tras los dichos de Gubitosi, el Tribunal planteó el incidente sobre la “particular” situación del ex comisario, habida cuenta que en el juicio estaba citado como testigo. Consultadas las partes, los jueces se tomaron un cuarto intermedio y resolvieron que frente al desistimiento fiscal de tenerlo como testigo ameritaba la inmediata detención del policía, quien se vio sorprendido por la medida y se retiró del recinto ya sabiendo sobre su futuro inmediato, tras las rejas a disposición del juez instructor federal Juan José Comparato.
Se lo acusa del secuestro seguido de torturas de los cuatro hechos citados por el abogado testigo. Léase que a Alberto Balquinta se le imputa el delito de haber colaborado en la ejecución y encubrimiento de los delitos de lesa humanidad cometidos en abril de 1977.
Tal se informó en ediciones pasadas, Balquinta estaba al mando de la comisaría Primera de la ciudad cementera, cuando ultimaron a Moreno. Asumió que tomó la denuncia de la desaparición del abogado, formulada por colegas de Moreno, y gestionó a los miembros de la Asociación de Abogados una reunión con el coronel Ignacio Aníbal Verdura en la propia seccional, cuando ya se había consumado el asesinato.
Después se sucederían testimonios que hacen a la relación entre el empresariado y los militares, con las consecuencias en la clase obrera y sus representantes gremiales y legales. Hoy, desde las 8.30, culminarán los testimonios del histórico juicio, para pasar al turno de los alegatos, a desarrollarse entre el 9 y 15 del corriente. Al día siguiente, el Tribunal se expedirá con su veredicto a modo de adelanto de lo que será la sentencia.
Seguir ganando juicios
después de muerto
Otras declaraciones relevantes que se prestaron ayer fueron las de Carlos Vinci y Carlos Santiago, quienes describieron las condiciones laborales de aquel entonces y los riesgos de contraer silicosis, lo que Moreno reclamaba a Loma Negra en ámbitos judiciales. Ambos, además, ratificaron el clima de señalamiento y persecución hacia aquellos operarios que planteaban este asunto.
Los testimonios redundaron en la imagen que Moreno había sabido conseguir. A propósito de reivindicaciones laborales y los juicios que acechaban, propiciados por Moreno, a la firma por la enfermedad de los obreros.
Visiblemente conmovido por tener que recordar lo vivido, Santiago detallaría sobre las condiciones laborales en que se trabajaba en la empresa -totalmente insalubres- y le ecuación macabra que se realizó: “era más barato matar a Moreno que afrontar las demandas y acondicionar los lugares de trabajo de acuerdo a la salud de los trabajadores”.
No dejó de mencionar que cuando también fue secuestrado y torturado fue indagado sobre Moreno y aquellos abogados “señalados” por la represión
“Sin dudas que Moreno fue secuestrado porque había ganado cinco juicios”, aseveró el ex delegado gremial, quien embargado en emoción añadió que tras Moreno apareció otro letrado y tomó casos similares, pero cambió la estrategia y en vez de hablar de silicosis planteó otro término al mismo flagelo, y también logró sentencias favorables en la justicia. Fue así que Santiago dijo en aquellos días que “tras 25 años Moreno sigue ganando juicios a pesar de muerto”.
Su sentido testimonio ganó en emoción en aquellos presentes que a pesar del cuidado de las formas impuesto por el Tribunal no se pudo evitar el espontáneo aplauso para aquellas palabras sobre Moreno.*
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Teleconferencia desde Suiza
Otro interesante episodio dentro del juicio se dio cuando se propició la teleconferencia desde Berna, Suiza, donde el doctor Pedro Arloy, concuñado de Moreno, daría su testimonio frente a lo que ocurrió con el secuestro, muerte y entrega del cuerpo de la víctima.
Es que Arloy fue quien anoticiado de lo que sucedió viajó a Olavarría –vivía en La Plata- para contener a la señora Lofeudo (hermana de su mujer) y buscar información que diera con el paradero de Moreno.
Arloy, que vive en Italia, recordó que supo de la situación de su concuñado un par de meses antes de lo que luego sucedió. Un conocido le había informado que Moreno estaba en una lista de sospechosos. De inmediato fue a su búsqueda y le ofreció llevarlo fuera del país dado que él tenía contactos laborales en Brasil. Pero Moreno, a pesar de la insistencia, persistió en su idea de permanecer “en su patria” defendiendo los derechos de los trabajadores.
Reseñó que ante la insistencia Moreno le decía que él estaba tranquilo porque no había hecho nada, que sólo era un militante peronista. “No pude convencerlo”, reflexionó desde Berna, sin dejar de confesar que aún hoy persiste en sus pensamientos si pudo haber hecho algo más para salvarlo de lo que parecía inevitable.
Tras relatar aquellos días de incertidumbre y desesperación, confió en que tras conocer sobre el asesinato, lo único que quería era encontrar el cuerpo, que no quedara como un desaparecido. Por lo menos podíamos enterrarlo, velarlo, era algo…
Desde la distancia, Arloy no dejaría de conmocionar al auditórium cuando recordó sobre aquellas horas, cuando todos los días iba al depósito de la policía en La Plata donde dejaban los cuerpos mutilados, torturados por la represión. Día tras día, viendo cadáveres de jóvenes desfigurados, cuerpos en total descomposición. “Aun hoy sueño con esas imágenes, la de una joven con sus manos mutiladas”, contó.
Tras 20 días, aparecería el cuerpo, al que podría retirar y así velarlo y enterrarlo, con la condición que fuera en La Plata, no en Olavarría.*


Aparte
Los libros de Moreno
También pasó frente al Tribunal el matrimonio amigo de Carlos Moreno, que recordó sobre aquellos años, en los que se sabía sobre los riesgos que estaba corriendo “el Negro” por meterse con esos temas.
Tanto Stella Maris de Tigli como de su esposo Héctor, reseñaron con consternación sobre conversaciones que aludían a la vulnerabilidad que corría su amigo, diciéndole con insistencia “que se dejara de joder” que “era muy pesado” en lo que se había metido, todo en referencia a los juicios contra Loma Negra.
Coincidirían en rescatar las mismas respuestas de Moreno: “ya estoy jugado”, y que iba a seguir defendiendo a los trabajadores.
El último encuentro sería un día antes de su secuestro, cuando fueron a la casa y Moreno recibió un llamado telefónico que le transformó la cara. Quedó pálido, ya había recibido la amenaza, a lo que le insistían en que se “rajara” pero él insistía en que ya estaba, su destino estaba marcado.
Como amigo de la infancia hasta aquel día, Héctor recordaría también que días antes del suceso, Moreno le entregaría una bolsa repleta de libros y ellos, en medio del desconocimiento e incertidumbre, atinaron a tomarlos, ir a un camino de tierra vecinal y tirarlos. Pero se quedaron con algunos que hoy aún conservan, y que hacían al pensamiento peronista, del plan quinquenal y demás yerbas. *
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El exilio de Enrique Pizzorno
Otro testimonio de relevancia no sólo para la causa ventilada sino también para la relación con actores locales fue la del doctor Enrique Pizzorno, ex juez laboral de la ciudad.
Pizzorno recordaría cómo conoció a Moreno en un congreso de letrados laboralistas de Aoma, acotando que él era abogado en la empresa Loma Negra de Villa Cacique, Barker.
De la muerte de Moreno se enteraría ejerciendo en Tandil, hasta que luego de aquel deceso recibiría en su estudio a delegados gremiales de Aoma Olavarría, quienes precisamente le pidieron si podía continuar con las causas que llevaba adelante Moreno, no sin dejarle entrever que el drástico final del abogado olavarriense precisamente tuvo que ver con esos expedientes.
Pizzorno se negó a tomarlos sabiendo de dicha sugerencia. Tras lo cual igualmente recibió amenazas varias en el teléfono de su hogar, e inmerso en un tremendo temor por la vida de él y los suyos, resolvió irse del país. Más precisamente a Canadá, donde viviría hasta la vuelta de la democracia.
El ex magistrado no dejaría de subrayar cómo se vivía en aquellos años de dictadura, donde comenzaron a desaparecer abogados laboralistas, contando como comentario común que eran considerados “los ideólogos de la subversión”.*

Fuente: El Eco de Tandil

1 comentario:

ex dijo...

gracias pro dfundir este tipo de casos. increible lo del abogado laboral

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