lunes, 19 de marzo de 2012

Partido Justicialista de Tandil: Un documental de Alejandra Marino "Las Muchachas"

Un documental que recoge el testimonio de aquellas mujeres que fueron las “muchachas de Eva”. Jovencitas que dejaron sus hogares para dedicarse a la acción social y a la política junto con una líder consciente de la condición femenina a la hora de construir futuro.

Por Laura Rosso

“La seguí al hogar y veía cómo trataba a las mujeres. Ella a mí me echó el ojo, y al poco tiempo me dijo: Vamos a armar algo político para las mujeres.” “Yo tenía veintiséis años, y quería hacer las cosas bien porque yo la amaba.” “Si vos la veías a ella no podías echarte atrás.”

Frases todas de mujeres que allá por el año 1948 fueron convocadas por Eva Perón para trabajar junto a ella, y que hoy después del paso de muchos años abren con sus voces el documental Las muchachas, escrito y dirigido por Alejandra Marino. Esas muchachas argentinas que formaron parte del Partido Peronista Rama Femenina y recorrieron un larguísimo camino de militancia y trabajo social cuentan cómo se desarrolló su vínculo con Eva Perón. ¿A qué renunciaron estas muchachas para ir a trabajar a los hogares de tránsito? ¿Cómo y por qué decidieron cumplir con esa consigna formulada por Eva, que les pidió que dejaran sus casas y sus familias? “¿Quiénes son estas mujeres?”, se preguntó Marino, y comenzó su búsqueda por varias provincias de nuestro país: Buenos Aires, Chaco, San Juan, Corrientes, Entre Ríos. Ellas, Ana Macri, Magdalena Alvarez Seminario, Eloísa Chico, Antonia y Francisca Sinatra, Angela Benítez, Zulema Santiago, Beatriz Bruzatori, María Luján de Bello, María Acevedo de Literas, Adelina Anaya, Dora Pelleti, Nélida Coronel y María de las Mercedes Artieda de Pruya fueron aquellas muchachas cuyas historias de vida quedaron registradas. Además de las entrevistas realizadas por la directora, parte del material de archivo sobre el cual investigó Marino fueron cartas y fotografías que ellas preservaron y escondieron durante años y que dan cuenta de decisiones personales y colectivas: “Me encontré con mujeres que fueron atravesadas por la historia, y cuyos relatos me dejaron una Eva viva, que tenía una estrategia muy firme y una fuerte creencia para pensar un proyecto de país. Con rigor, pero también con mucho amor y planificación”.

Todas eran muy jóvenes en 1948. Muchas tenían casi la misma edad que Eva. Algunas apenas habían salido de sus casas y otras ya se habían fogueado un poco con el trabajo social que realizaban. “Algún día madrugaron, se peinaron, se pusieron el mejor vestido que su condición humilde les permitía y fueron al encuentro de un destino que las llevaría mucho más lejos de lo que jamás habían imaginado. Ellas serían parte de un movimiento de mujeres que cambiaría sus vidas para asumir la tarea de asistir a otras mujeres en la fundación, en los hogares, recorriendo el país y censándolas antes del primer sufragio femenino.” De este modo, la realizadora y también guionista del documental describe los primeros pasos de esas jóvenes muchachas a quienes decidió ir a buscar. “¿Qué les dijeron las muchachas a sus padres, a sus novios, a sus maridos en aquel día en que decidieron cumplir con la consigna de Eva? ¿Dónde se alojaron? Porque Eva claramente les había pedido que dejaran sus hogares y sus familias. ¿Cómo articularon sus vidas? ¿Qué las movía además del amor inclaudicable hacia Evita? ¿Cómo la veía cada una de ellas? ¿Cuáles fueron sus contradicciones y dudas?” Más interrogantes para que Marino se dispusiera a emprender el viaje y traerse consigo las respuestas. En su testimonio Ana Macri –que fue directora del Hogar de Tránsito No 2, censista y posteriormente diputada– cuenta lo que significó para ella la posibilidad de participación de las mujeres: “Nos introdujo en la política, nos abrió las puertas de una nueva vida de esperanzas y realizaciones que nos elevaron de nuestros roles de madres y amas de casa, hacia la vida política a la par de los hombres”.

A través de los relatos de las mujeres que trabajaron junto a Evita en la Fundación, en los hogares de tránsito, en la Escuela de Enfermería y más tarde en el Partido Peronista Rama Femenina, integrado sólo por mujeres, Marino reunió un material que documenta vívidamente el vínculo personal de estas muchachas con Eva, y rescata fotografías inéditas del golpe de Estado del ’55. “Descubrí que los hogares eran un espacio revolucionario –cuenta–, donde se atendía a madres solteras. Eran mujeres trabajando para mujeres. Allí les enseñaban a coser, o podían aprender a escribir a máquina en la Unidad Básica. Eso les dio poder. Muchas tuvieron por primera vez acceso a un bienestar y a partir de eso pudieron desear estar mejor. Recordemos además, que veintitrés de estas muchachas fueron las primeras diputadas. Para mí fue un privilegio haberlas conocido y haber podido entrevistarlas. Quise abrevar en una época de nuestra historia para traer al presente una forma particular, diferente y sustanciosa de participación directa en la sociedad.”

Por ese mismo sentir, la directora elige un fragmento de un discurso de Eva que funcionó como disparador de su proyecto. Fue el que pronunció el 12 de marzo de 1947 frente a muchísimas mujeres, día en que se promulgó la ley que otorgaba el derecho al voto femenino: “... Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora ínfima. Ha llegado, en síntesis, la hora de la mujer argentina redimida del tutelaje social, y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna”.

“Con convicciones fuertes, con mucho trabajo en ayuda social y con participación, Eva producía en ellas identificación”, concluye Marino. “Era un faro. Les hablaba de igual a igual. Recuerdo que Eloísa, una maestra de Corrientes me dijo: Antes la mujer era como un niño, después abrió los ojos al mundo. Eva hizo eso, las convocó a participar en la política con fervor.”

(fuente: Página12)

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