(Por Arístides Rosca) Siempre se vuelve al primer amor, reza el lugar común popularmente conocido. Y las imágenes de la víspera rememoran aquellas postales de 2008, cuando “el campo” ganó las rutas para protestar contra las retenciones y deglutir suculentos asados en medio del autismo K y la comarca desabastecida. Ayer el tono fue patrióticamente berreta: el dirigente Claudio Ersinger confesó que en Leones no sólo se cantó el Himno Nacional sino también y a voz en cuello la Marcha de San Lorenzo.
El Paraíso recuperó la vieja mística ganadera local. El humo de los neumáticos quemados y las nuevas consignas de los empresarios rurales que, ahora sí, parecen ir por todo: ya no discuten aquella cifra estrafalaria con que el gobierno pretendía usurparles la renta vía resolución 125. Ahora, con un sinceramiento que conmueve las fibras más emotivas, “el campo” pide el fin liso y llano de las retenciones. De todas las retenciones.
Ayer el sector volvió a uno de los lugares emblemas de la tandilidad agrícola alzada. No deberíamos olvidar que una fotografía propia del absurdo mágico serrano tomada en el lugar supo poblar las páginas de un resonante diario norteamericano: fue cuando en pleno lockaut patronal y con la comarca desabastecida de carne los productores rurales decidieron comerse un tremendo asado en pleno agropiquete.
Con folletos explicativos, “el campo” pidió: “No queremos subsidios en cheques ni algunos kilos de maíz ni que nos perdonen deudas impositivas. Queremos que nos devuelvan lo que es nuestro, lo que nos robaron por las retenciones”. Así de sencillo asoma el nuevo planteo del sector.
Mientras tanto también hubo lugar para el patriotismo bizarro. Claudio Ersinger, uno de los portavoces mediáticos que se apresta a estrenar una candidatura política en el pago chico, explicó, todavía emocionado, que en el acto del campo llevado a cabo en la localidad de Leones, Córdoba, los empresarios rurales cantaron a viva voz, además del Himno Nacional, las estrofas de la Marcha de San Lorenzo. “Cantar la Marcha de San Lorenzo fue una cuestión muy fuerte. La gente cantó a voz en cuello, con las banderas en alto, la verdad es que fue un acto muy bueno y fundamentalmente, después de los rumores que había habido el miércoles, se mostraron muy fuertes y muy unidos, apoyándolo a Biolcati, que tuvo el problema con el asunto de (ministro de Planificación, Julio) De Vido”, declaró Ersinger al diario El Eco de Tandil.
De modo que, en la nueva guerra gaucha, a los tractores y la bandera argentina devenida en fetiche patriotero se le debe agregar aquella marcha militar compuesta en 1901 con letra de Javier Benielli y música de Cayetano Silva. Es obvio que la euforia del agropiquete fashion llegó al climax emotivo cuando entonaron a voz en cuello aquello de “avanza el enemigo a paso redoblado…”. Menos mal que avanzaban a paso redoblado, es decir a pata, y no subidos a la soberbia autoritaria de las modestísimas cuatro por cuatro.
Fuente: La Tandilura
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