LA PLATA-BUENOS AIRES, Octubre 19 (Por Martín López Lastra para Agencia NOVA) Otra semana dejó sinsabores en la gestión del gobernador Daniel Scioli y fue la despedida con ruido de dos funcionarios, que dejaron una estela de comentarios no muy gratos. Por distintas razones, el secretario de Promoción de Inversiones, Alfredo Atanasof y el subsecretario de Agricultura, Fernando Vilella, cantaron sus verdades y pegaron el portazo sin generar alguna reacción a tiempo de parte del oficialismo bonaerense. En ambos casos, hay una sensación de expectativas incumplidas. Muy política partidaria en el caso de Atanasof y más rayano con lo personal en el caso de Vilella.
Es bueno ir por partes. El ex diputado nacional y otrora jefe de Gabinete de la Nación en épocas del presidente y piloto de tormentas Eduardo Duhalde apuró las valijas en los últimos días. Si bien pareció sorpresiva la renuncia, otra era la sensación en los pasillos políticos desde hace meses. Atanasof nunca cortó el cordón umbilical con el duhaldismo. Si bien el mismo en reiteradas declaraciones rechazaba el mote de “exegeta” del ex gobernador, la visión de la opinión publica lo ubicaba históricamente en las primeras filas del peronismo no kirchnerista. Si bien amagó con alguna reconciliación con el poder santacruceño tras la madre de todas las batallas, su sentimiento era de lo más claro. A sabiendas del significado político de la postura de Daniel Scioli, aceptó un cargo clave en cuanto a la imagen de la Provincia en el exterior. Y no son muchos los que deben estar en una terna para ocupar ese sitial de privilegio. Transcurridos unos diez meses de su asunción. Atanasof alegó dos causales de auto-remoción, según su versión: el manejo del conflicto con el campo y la autopostulación de Néstor Kirchner a la cabeza de la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Respecto de la primer causa, será difícil explicar, de parte del ahora renunciado funcionario, por qué se quedó unos cuatro meses después del voto “no positivo” de Julio Cobos si nunca estuvo conforme en cómo se fue dirimiendo esta tensa pulseada entre gobierno nacional y la mesa de enlace. Del texto de su renuncia se desprende que apostó a no dejar trunca una serie de objetivos claves trazados desde la gobernación en cuanto a la inserción internacional. En otras palabras, evitar el barajar y dar de nuevo en su gestión específica. Ahora, cuando se va, exhibe con orgullo los contactos cosechados y el armado de agenda para que Scioli sea recibido por al menos cuatro presidentes latinoamericanos.
Suena mucho más creíble su decisión a pocas horas de la postulación de Néstor Kirchner como nuevo candidato bonaerense. A Atanasof le molestó que Scioli, que de a poco iba armando una estructura de color propio dentro del proyecto nacional haya aceptado devaluar ese propio espacio en función de una vuelta de tuerca en el armado del neokirchnerismo. “Lamentablemente hoy estoy convencido que quien accede al engaño de millones de bonaerenses para que voten como diputado nacional a una persona que reconoce no ser bonaerense, y que se ha cansado de repetir que es un pingüino, no merece mi acompañamiento. Yo no estoy dispuesto a convalidar ese engaño a la ciudadanía y a la democracia. Este es mi límite” se sinceró en su renuncia el ex funcionario. Además, Atanasof redondeó su explicación en una conversación reciente con el mandatario provincial: “cuando Scioli me contó cuál era la estrategia para ganar las elecciones en el Conurbarno bonaerense donde él no podía ser candidato y el único que podía hacerlo era el ex presidente Kirchner, decidí que era hora de dar un paso al costado”. En realidad, las expectativas de volver a asociar a Daniel Scioli con el peronismo no kirchnerista fueron echadas por la borda. Es cierto lo que dice el ex secretario de estado en cuanto a que la intención de voto del ex presidente es un techo y no un piso. Además señala que será muy difícil una campaña electoral en el interior bonaerense, sobre todo en distritos rurales donde a sus habitantes se estigmatizó como oligarcas a quienes se quería ver de rodillas.
Tal vez con alguna apetencia más personal y legítima tendría que ver la dimisión de Vilella. Este fue otro subsecretario que fue nombrado formalmente unos cuatro meses después de ser asesor. El conflicto con el campo le obligó a sufrir en carne propia un enfrentamiento con el mundo agropecuario. Pagó los costos políticos de la decisión del gobierno nacional, pese a haber encarado una serie de acciones de mejoramiento de algunos sectores de la actividad agropecuaria.
Cuando, en esta semana, Daniel Scioli, creó el ministerio de Asuntos Agrarios (eterno ente que más sufrió las oscilaciones de la incoherencia política de los últimos años) el funcionario habrá sentido que era su hora más gloriosa, así asumir como ministro. Pero la elección recayó en el diputado provincial Emilio Monzó. Fue allí en que Vilella, habrá pensado también con reflejos que no se justificaba más su tiempo en el organismo que condujo cuando justamente la cotización estaba en baja. Más allá de cuestiones de renuncias, se va produciendo una transformación en el paisaje político provincial. Aquél que permite ir dilucidando cual es finalmente el estilo y la estrategia de definición política del jefe de estado provincial. Así lo van advirtiendo quienes confesaron que eran horas de alejarse de este espacio que tiene como norte seguir aportando al proyecto nacional a través de la construcción exclusiva por medio del partido justicialista bonaerense. Aunque sin molestarse un ápice por generar algún debate interno. O al menos no es esa la imagen que se percibe.(www.agencianova.com) |
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