domingo, 5 de octubre de 2008

Los límites de la improvisación



La crisis financiera internacional encuentra a la economía argentina en una delicada situación, sin un plan estratégico para hacer frente a las turbulencias mundiales y con un gobierno que está cada vez más empecinado en no cambiar el rumbo.


En este escenario, la provincia de Buenos Aires está ante una verdadera encrucijada: las cuentas no cierran por ningún lado y, tal como lo informó Hoy en su edición de ayer, ya tuvieron que comprometerse 100 millones de pesos del Presupuesto 2009 para poder otorgar este año el aumento que reclamaban los gremios docentes. Pero el resto de los sindicatos de la administración pública están agazapados y preparan una fuerte ofensiva para que el incremento de la masa salarial que le dieron a los maestros se haga extensiva a todos los sectores.

A este panorama complicado se le suma el insólito proyecto de la Casa Rosada de otorgar un aumento de 500 pesos de carácter extraordinario a fin de año para paliar la pérdida de poder adquisitivo causada por la inflación. La iniciativa puso en alerta a los funcionarios sciolistas, que temen una nueva cascada de reclamos en la administración pública en caso de que se decida dar ese beneficio al sector privado, que también es resistido por la Unión Industrial y prácticamente la totalidad de entidades empresarias. Implementar esa suerte de “aguinaldo extraordinario”, en un contexto que hace prever una recesión en el corto plazo, es cuanto menos peligroso.

El abultado déficit provincial, que llegaría a los 5.000 millones de pesos durante este año, y la acuciante falta de recursos, también generan serias dificultades en la gestión. Un claro ejemplo lo representa la discrecional distribución de partidas (gracias a los denominados superpoderes) que se está realizando para poder pagar los sueldos y aplicar parches, lo que implica que numerosos programas, en especial de obras públicas, desarrollo social y salud, no se haya hayan ejecutado como estaba previsto.

Pese a que en muchos aspectos se trata de una situación heredada de administraciones anteriores, lo preocupante es que, a casi 10 meses del cambio de mando en la Provincia, ni siquiera ha habido por parte del gobierno de Daniel Scioli un sinceramiento de las variables económicas. No se están encarando los problemas de fondo, se patea la pelota y el tan mentado reclamo por la coparticipación federal hasta el momento se asemeja a un mero planteo electoralista. Es decir, un manotazo de ahogado que insinuó Néstor Kirchner ante la posibilidad de que el oficialismo sufra un duro revés en los comicios legislativos de 2009. ¿Hasta cuándo podrá sostenerse esta delicada situación? El año próximo, que se encuentra a la vuelta de la esquina, pinta para ser extremadamente complicado, difícilmente se puedan mantener los niveles del superávit comercial y financiero, con lo que prácticamente no habrá caja en la Casa Rosada para disciplinar intendentes díscolos. Tampoco se podrá contener, con facilidad, a los sectores populares que día a día ven cómo aumenta la pobreza y la exclusión, producto de una inflación que supera ampliamente el 20 por ciento anual.

Pareciera que la regla general del oficialismo, tanto a nivel nacional como en el territorio bonaerense, es la improvisación permanente y constante. Ni siquiera se logró dar una solución a los planteos de las entidades del campo, que decidieron volver a las rutas y al paro.

Los ruralistas dejaron en claro que no sólo defenderán los intereses sectoriales: están decididos a ir por todo tanto en las elecciones del año que viene como en las presidenciales de 2011. Saben que la única forma de poder entablar la batalla económica es teniendo poder político, y están dispuestos a conseguirlo.
Muchos jefes comunales están tomando nota del nuevo panorama. Temen sufrir un duro cachetazo en las urnas. Y por eso ya llevaron sus reclamos al propio Néstor Kirchner, que mantiene su intransigencia.

Un ejemplo paradigmático sucedió la semana pasada cuando el titular del PJ recibió a un grupo de caciques peronistas del Conurbano, que se terminaron yendo con las manos vacías de la quinta de Olivos. Kirchner sólo le mostró una serie de encuestas, de poca credibilidad, en las que supuestamente el Gobierno nacional aparece mejor posicionado que meses atrás.
No son pocos los jefes comunales que, por lo bajo, se quejan del maltrato constante a los que lo somete el ex presidente cada vez que los convoca. “Le pregunté por la inflación, y me respondió que no existe, que es un invento de los medios”, dijo un intendente a Hoy, visiblemente indignado.

Como si no tuvieran problemas en sus distritos (en varias comunas no saben cómo harán para terminar de pagar los sueldos a fin de año), ahora los jefes comunales tendrán que hacer frente el próximo 30 de noviembre a las internas del PJ bonaerense, que se semeja a una disputa por una cáscara vacía. Ni siquiera se realizó una depuración de padrones y, pese a ello, se siguen realizando nuevas afiliaciones. ¿Acaso, realmente, el PJ bonaerense cuenta con 1,6 millones de afiliados como se informa desde el partido? No son poco los actores de la política bonaerense, incluso muchos peronistas, que plantean serias dudas al respecto.

A esta situación se le suma el malestar que genera, en el seno del justicialismo, la decisión de designar a dedo a quién será el titular del partido a nivel provincial -Alberto Balestrini- mientras que a nivel local se habilitan las disputas distritales. Indefectiblemente quedarán numerosos heridos, que se sumarán a la pila de dirigentes que decidieron romper con el oficialismo como consecuencia de las listas colectoras. Se trata, en definitiva, del comienzo de la era poskirchnerista.

Juan Gossen
gossen@diariohoy.net

Fuente: Diario Hoy

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