En secreto, entre los estallidos, Néstor Kirchner recibió a Héctor Magnetto. Pero no debiera decirse -como en el film de Resnais- “La guerra ha terminado”. Puede anticiparse que zafa la señora Ernestina Herrera de Noble. Va a quedarse en el país. En la residencia de San Isidro. En libertad. Los que ahora “se cruzan”, con frecuencia, “por las dudas”, son Marcela y Felipe. Los “grandulones” de 34 años, aún tratados como “los chicos”. Como si Marcela no fuera otra correcta señora divorciada. O Felipe, un correcto padre de familia.
Desgarramientos
La visita clandestina, de Magnetto a Kirchner, transcurrió -según nuestras fuentes- dos semanas atrás. Estragado, Magnetto llegaba a Olivos. Aplastado por la sistemática ofensiva de Kirchner, encarada desde la totalidad de los frentes simultáneos. Por la efectiva contundencia del Frente Humanitario, Kirchner le había quebrado, a Magnetto, el frente interno. En adelante, el Grupo Clarín debía enfrentar, entre las vulnerabilidades, el riesgo de la implosión.
La rendición de Magnetto es condicional. Venció Kirchner, pero se queda desgarrado. De todos modos va a proseguir, para la tribuna, la escalada mediática.
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