viernes, 2 de julio de 2010

El peronismo será revolucionario o no será nada

Aniversario de la muerte del General Peron
El peronismo como ideario y como identidad política fue desde sus orígenes la expresión de los mayores niveles de conciencia del Pueblo argentino. La conciencia de nuestros derechos como trabajadores, como mujeres, como jóvenes. La conciencia nacional resistente a la mentalidad colonial, la conciencia sobre la necesidad de organizarnos. Peronismo significa derechos sociales, sindicatos fuertes, nacionalismo económico, distribución de la riqueza, unidad latinoamericana, rebeldía ante los patrones y ante quienes pretendían gobernar proscribiendo a las mayorías. Y ese significado se mantuvo por décadas a pesar de los muchos intentos por borrarlo de la memoria colectiva.
El peronismo en el poder había consagrado la independencia económica y política de la Nación, la justa redistribución del ingreso, la industrialización, la movilidad social ascendente, la legislación pro-obrera, la limitación de los beneficios de los sectores oligárquicos, el fuerte protagonismo de los trabajadores a través de sus sindicatos, el voto femenino, la superación de la partidocracia con la organización político-social de las masas desde cada barrio, cada fábrica, cada lugar de trabajo; la dignificación y elevación social de los humildes; la nacionalización de los servicios públicos, el sistema financiero y el comercio exterior; el desarrollo tecnológico independiente; la universalizaron la previsión social y la salud pública. Y las conquistas sociales fueron institucionalizadas en la Constitución de 1949, que llevó a la cúspide de la pirámide normativa a una Argentina productiva, con pleno empleo, salarios justos, protección a la niñez y a la ancianidad, acceso a la salud, la educación, a la vivienda; dueña de sus recursos naturales y de sus servicios públicos.
Pero durante la década del ´90, al invocarse la identidad peronista para llevar adelante un proyecto de signo contrario al que históricamente representamos, el peronismo perdió su significado para vastos sectores populares y sobre todo para las nuevas generaciones. Y esa traición nos legó un partido degradado, convertido en un mero un aparato logístico-electoral, aislado de su base e instrumentado por los mismos intereses que le habían sido antagónicos durante toda su historia. Se consolidó así la corruptela generalizada, la militancia sin convicciones, el sálvese quien pueda, el puntero, el clientelismo, etc. Y el hombre del pueblo dejó de hacer distinciones: todos los dirigentes de todos los partidos eran vistos como miembros de una misma “clase política” repudiada por las mayorías.
A partir del 25 de mayo del 2003 un presidente peronista llevó adelante un gobierno en el que el Estado volvió a cumplir su rol en la economía, la Argentina recuperó su poder de decisión nacional, los trabajadores encontraron trabajo y apoyo para mejorar sus salarios y sus condiciones laborales, las mujeres acceden al poder, los jóvenes se reencontraron con la esperanza de un futuro mejor, los genocidas son juzgados y condenados. Y esto posibilita que el Pueblo vuelva a identificar al peronismo como el vehículo de sus aspiraciones. El peronismo tiene aún mucho que dar, y ahora tenemos otra oportunidad. Pero la recuperación de la conciencia que históricamente representó nuestro movimiento no se dará espontáneamente. Tenemos la posibilidad de reconstruir y transformar profundamente al Partido Justicialista, que es el único partido con despliegue territorial en todo el país. Las unidades básicas deben volver a ser el corazón del barrio. En los sindicatos y en los barrios se debe volver a discutir el modelo de país que queremos. Debemos llegar a las universidades para que los jóvenes estudiantes vuelvan a encontrar un canal de participación en el movimiento: por nuestra historia, por los miles de compañeros universitarios peronistas desaparecidos, tenemos derecho a hacerlo. Y debemos decididamente incorporar a los nuevos actores sociales emergentes de la crisis y de la resistencia al neoliberalismo.
Hoy transitamos el camino de la actualización doctrinaria, esa que Perón instaba a construir allá por los 70. Hoy la Justicia social son los 3 millones puestos de trabajo creados, los dos nuevos millones de jubilados integrados al sistema, la asignación universal por hijo. La independencia económica es el canje de la deuda y la soberanía es no solo ya no aceptar las imposiciones de los países centrales y del FMI , sino también interpelar a la eurozona y al paradigma neolibelal como lo hace Cristina en cada encuentro, marcando otra agenda junto a los coordinadora sindical internacional y los países emergentes.

La representación institucional actual le pone trabas y condicionamientos constantes al proceso histórico. Quedo claro en la Votación de la 125, y la ley de medios. Es necesario apuntalar a los nuevos emergentes que surgen a partir de las transformaciones que el gobierno genera y el pueblo va asimilando, para que los sectores populares se apropien del Estado y trasformen esta economía aun híper concentrada que con los aumentos de precios se lleva nuestras conquistas salariales y la inversión del estado en políticas sociales.

Decía Perón ¨cuando los pueblos se lanzan a la lucha suelen ser invencibles¨ y estoy convencido que formo parte de esta Patria y de esta ciudad invencible, La de Evita, la de los 70, la de los piqueteros, la del 20 de diciembre, la de Maxi y Dario, la de los empresarios nacionales aniquilados por la dictadura, La de la CGT y la CTA, la de nuestro pueblo


VIVA PERON

Nicolás Carrillo


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