Como toda fuerza política viva, el peronismo tiene pujas internas. Esto es muy obvio: Justamente, son las internas lo que puede brindar vitalidad y renovación.
Vale la pena mencionarlo por dos noticias que aparecen ahora en los portales de los diarios. Pero antes, los peronistas que nos hacemos responsables de nuestra historia y también de esta gestión de gobierno, debemos tomar en cuenta dos puntos:
Uno histórico: tenemos que reconocer que en algún momento del pasado no manejamos bien nuestros conflictos internos, y eso contribuyó a hacer posible una tragedia argentina.
Otro, del presente, y legal: La ley nacional que establece internas abiertas y obligatorias para todos los partidos, y que fue copiada en alguna jurisdicción importante, como la Provincia de Buenos Aires, es una medida saludable pero pensada a partir de la coyuntura de dos años atrás. Y, como tal, poco adecuada al presente, donde todo cambió.
No importa. Como principio, para evitar que abunden los "sellos" sin votos, y hacer más transparente la elección de candidatos, es un paso adelante. Y ya es demasiado tarde, estimo, para modificarla o suspenderla sin escándalo.
Pero se corría un grave riesgo, tal vez el peor que le puede ocurrir a una interna: ser aburrida. ¿Quién se va a presentar en el FPV contra Cristina? Si no se bajaban por su propia decisión ¿Quién en el PRO contra Macri? ¿En Proyecto Sur contra Solanas? En la Coalición Cívica, democrática y republicana, es literalmente imposible concebir otra candidatura que la de Carrió. Aún en el radicalismo sólo queda Ricardo Alfonsín....
Y en la provincia de Buenos Aires, la cosa apuntaba parecida. No sólo que Scioli tenía, tiene, muy buena intención de voto. Las normas partidarias recientemente aprobadas, y la existencia de "listas de adhesión", hacían que la participación en la elección interna fuese inútil excepto para el candidato a gobernador. Y aunque parezca a veces lo contrario, créanme: No se puede hacer una lista interna si hay un sólo premio.
El 14 de agosto próximo, sin cines ni espectáculos, apuntaba como un domingo tremendamente aburrido.
Pero como de costumbre, la solución la aporta el peronismo. Las dos noticias que mencioné al comienzo le ponen un poco de sal a nuestra interna, al menos:
Por supuesto, esto es simplemente un apronte. Hasta ahora, por lo que yo sé, ni siquiera Sergio Massa ha dicho una palabra sobre el asunto. Pero es cierto que tienen dos realidades diferentes: el sindicalismo, un aparato poderoso, con recursos económicos y políticos; Massa, ser un dirigente joven, conocido y con una intención de voto muy alta que se refleja en las encuestas. Y una situación en común: ambos están lejos de los que tienen las lapiceras, y quieren hacerse oír por ellos.
Después de todo, no es una actitud diferente que la que tomó el mismo Scioli, cuando dijo la semana anterior: "Yo soy un peronista de centro, hacedor y moderado. Y el vicegobernador lo elijo yo".
El peronismo tiene las herramientas doctrinarias para manejar bien estas pujas. Perón lo explicó muchas veces "Conducir no es mandar, conducir es persuadir. Ahora, el resto depende del -óleo sagrado de Samuel. que hayamos recibido como artistas al nacer...". Y podemos decir que en los últimos tiempos, por doctrinarios o por experimentados, hemos manejado mucho mejor estas situaciones.
Por ejemplo, lo que aparecía como un enfrentamiento decisivo entre progresistas y peronistas, en la Capital - distrito problemático si los hay - se resuelve en el marco de esta otra noticia:
Quiero resaltar el rol en esta solución porteña de mi amigo Artemio López, que será llamado el Pacificador.
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