sábado, 23 de octubre de 2010

Mariano Ferreira. (nota de Artemio Lopez)

Ayer un día muy complejo, la tragedia opera un cambio de agenda insolslayable y enérgico, cuya prolongación en el tiempo es aún indecidible.

El núcleo de la transformación, es el descrédito que estos episodios de lúmpen violencia promovidos por el gremialismo empresario, generan inevitablemente sobre el Movimiento Obrero Organizado y en especial sobre la CGT y la figura de Hugo Moyano, aliado principal del gobierno nacional, descrédito que sin duda, será impulsado de manera sistemática por la mayoría de las corporaciones mediáticas y la oposición política.

El gobierno nacional, que jamás ordenó la represión del conflicto social y tampoco lo hizo en el caso del estudiante muerto ayer, a pesar de insinuaciones impertinentes como esta, al que una oposición irresponsable pretende adjudicarle la tragedia como efecto necesario de sus políticas, debe salir de este laberinto con una investigación rápida, seria y responsable que descarte de plano cualquier atajo.

La primera tentación que el oficialismo debe rechazar para minimizar daños, será la de actuar en espejo e irresponsablemente como el arco opositor mayoritario, señalando también él, a supuestos otros culpables e instigadores materiales o intelectuales del asesinato, invocando conspiraciones que no se sustentan seriamente .

No mucho más que agregar, la solidaridad con las víctimas y sus familias y el deseo de que los discursos de márketing político elemental, montados sobre una tragedia, provengan de donde provinieran, cesen de inmediato y se abra la instancia judicial, la única que efectivamente deberá resolver esta tremenda circunstancia.

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