domingo, 27 de junio de 2010

La mano de Dios, un día llegará y castigará a los impíos...


Con el objetivo de velar por la seguridad de las personas, personal de la Usina de Tandil realizó dos nuevas intervenciones en el barrio SMATA donde procedió al corte de conexiones clandestinas, que no sólo constituyen un peligro para sus autores sino también para terceros (fuente: abchoy)

Parece una noticia a favor de la seguridad de la gente y una buena política de la empresa de energía de Tandil. No tendríamos de que quejarnos, es más, deberíamos felicitar a sus autoridades por el celo que ponen en el cuidado del usuario, sino fuera por que las segundas intenciones es castigar a un conjunto de seres humanos abandonados a la buena de Dios en el barrio SMATA. Son ocupas, si son intrusos en construcciones en estado total de abandono por los que hoy se ofenden y dicen ser los adjudicatarios.
Pero estos ciudadanos, ubicados en decil mas pobre de la escala económica y socialmente cuasi marginados, están desesperados, y nadie parece que toma el toro por el asta. Empezando por el Municipio de Tandil, que tiene la obligación principal de velar por la calidad mínima de vida de los tandilenses más desprotegidos en la lucha por la vida.
Nadie merece un trato igual. Quisiera ver al Presidente de la empresa, que es un empresario fracasado y que sus amigos le tendieron una mano cuando estaba en la mala, en el pellejo de estos marginados por las autoridades públicas.
Todo los vecinos que tenemos alguna pizca de dignidad y verguenza estamos anoticiados de la mentalidad conservadora e individualista de un amplio sector de la comunidad tandilense; creen en el darwinismo social como camino para realizarse en la vida, no prevén la posibilidad de seres vulnerables y excluídos de las mínimas posibilidades de ampararse individualmente de las contingencias de las crisis ciclícas que los países en desarrollo sufren periódicamente.
Es indigno ver a estos funcionarios enseñorearse por el centro de la ciudad difrutando de los placeres de la vida, mientras castigan sin piedad a sus semejantes negandoles las más mínimas condiciones de habitabilidad y dignidad para sus hijos.
Un día el castigo llegará, sin prisa pero sin pausa. Nada en este mundo queda impugne. Todo se paga, aunque parezca cruel y poco cristiano.

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